El barcelonés Víctor del Árbol trabajó de Mosso d’Esquadra y locutor ocasional antes de apostar por lo que de verdad le había gustado desde siempre, escribir. Y para los lectores fue la mejor decisión que pudo tomar, pues si no, nos habríamos quedado sin las historias de este autor comprometido con su tiempo, que le han reportado numerosos premios y reconocimientos, tanto en España como en Francia, donde cuenta con numerosos lectores.
Tras la conmovedora El hijo del padre, Víctor del Árbol ya teje su próxima historia, con la que sin duda seguirá alumbrando las zonas más oscuras del alma humana.
¿Desde cuándo tuviste claro que querías ser escritor?
Llegué al amor por la escritura a través del amor por la lectura. Tuve la suerte de que mi febril imaginación de niño pudo encontrar eco en las lecturas de la biblioteca de mi barrio desde muy niño. Muy pronto descubrí que al escribir podía crear mundos reales en los que habitar. La decisión “consciente” de entregarme a esa pasión llegaría algo más tarde, a partir de los 15 o 16 años.
¿Cómo eliges la idea para una novela
Hay una suma de factores en la elección de una idea para que cristalice en un argumento. Siempre hay historias posibles en mi cabeza, pero pocas pasan la criba de un principio de escritura. Yo no suelo pensar en términos de historia, trama o argumento que puedan parecerme a priori más o menos interesantes. Yo parto de una idea, de la estructura profunda, es decir de la motivación para escribirla. Ese es mi filtro final. Me pregunto ¿por qué quiero escribir esto? Si la respuesta es sólida, saldrá adelante la trama, los personajes, etc. Te pongo un ejemplo: quiero escribir sobre las dificultades de relación entre padres e hijos. Le doy vueltas y acaba surgiendo “El hijo del padre”
Varias veces he desechado borradores muy avanzados porque el enfoque se revela erróneo, o no me satisface; entonces vuelvo a empezar, pero girando sobre la misma idea.
¿Cómo te llevas con la inspiración?
Soy más de pensar recurrentemente en cada escena, en cada diálogo, personaje, etc., antes de empezar a escribir. La inspiración llega en el desarrollo de la escritura (una frase, una imagen que no había previsto, un giro no planificado) pero lo que me hace escribir es el análisis previo, la planificación y la claridad sobre lo que quiero contar y cómo quiero hacerlo.
¿Cómo te documentas para tus novelas?
Una de las cosas que más me gusta es la bibliografía previa a la escritura, las entrevistas personales, el estudio de mapas, de revistas o periódicos de la época, visitar museos, escuchar la música que aparece en mis novelas, viajar a los lugares donde desarrollaré la trama…La escritura es la cristalización de esa información previa que, a menudo, aparecerá en un porcentaje mucho menor de lo que he acumulado. No se trata tanto de mostrar al lector lo que sé sobre una época, lugar o tema determinado, como de ser capaz de sumergirme yo mismo en ese contexto hasta familiarizarme con él.
¿Qué tipo de escritor eres, de los que escriben con brújula, es decir, sin rumbo fijo, o de los que escriben con mapa, diseñando la trama al milímetro?
Escribo a mano en unos cuadernos determinados (con las páginas sin pautar) y con un tipo de estilográfica determinada. Esa liturgia me permite entrar en modo de “escritura” artesanal, es decir activar mecanismos que solo son posibles cuando se escribe a mano. Elaboro detalladas biografías de cada personaje, trazo estructuras temporales en diferentes líneas estructurales: trama principal y secundaria. Construyo esquemas de personajes y de cómo interactúan y luego los voy cosiendo a las líneas estructurales. Finalmente redacto —a mano—el primer borrador de principio a fin, y no empiezo a corregir hasta que lo he terminado. Solo entonces me permito digresiones que no había previsto al principio. Me parece importante escribir sabiendo a dónde se quiere llevar al lector y cómo se pretende hacerlo.
¿Cuántos borradores sueles hacer de tus novelas?
Trabajo sobre el primero. A medida que voy transcribiendo mis cuadernos al ordenador corrijo, varío, cambio orden o añado cosas, pero siempre sobre ese primer borrador. Luego lo dejo reposar unas semanas, me dedico a cualquier otra cosa, le pido a alguien de confianza que lo lea, y luego lo leo yo mismo, antes de darle el ok final.
¿Cuál es tu rutina de escritura?
Escribo cada día, no me marco un número de páginas, pero sí un objetivo: una escena, acabar un capítulo, estructurar un diálogo… No tengo horarios determinados, aunque suele gustarme llevar mis cuadernos al bar, pedirme un café o dos, fumarme un cajetilla de cigarrillos y pasar la mañana ahí.
¿Escribes pensando en el mercado actual o lo haces solo para ti?
Escribo pensando en el lector. En como trasladarle mis sensaciones sin renunciar a lo que quiero contar, sin caer en la condescendencia, y sin fijarme mucho en las modas o intereses. Suelo elegir temas poco “vendibles” a priori, no porque sea una cabezonería, sino porque no puedo escribir sobre algo que no me interese.
Durante el periodo de escritura, ¿enseñas tu trabajo a alguien o lo guardas como un secreto? Y una vez terminas la novela, ¿recurres a lectores cero que te den unas primeras valoraciones o prefieres que directamente sea tu editor quien te corrija?
Hay una persona de confianza con la que suelo hablar de mis dudas, dificultades, le leo escenas, diálogos…Su opinión me importa, me ayuda a reflexionar.
¿Qué experiencia tuviste con la publicación de tu primera obra?
Fue El peso de los muertos, en 2005. Gané el premio Tiflos, con una buena dotación económica pero una edición muy pequeñita, de 500 ejemplares que editó Castalia. Luego se harían otras ediciones. Fue una experiencia bonita, me ilusioné, creí que ya había llegado a mi sueño, pero me topé con la realidad. El anonimato, la indiferencia, las trampas de un mundo que no conocía, etc. Aprendí la lección, extraje conclusiones, y empecé a escribir mi segunda novela, prometiéndome que aplicaría estas lecciones aprendidas. Siete años después, publiqué esa segunda novela. Fue La Tristeza del Samurai.
Una vez que has publicado una novela, ¿vuelves la vista atrás deseando haberla escrito de otra manera o eres de los que se olvida del libro?
No le doy vueltas al pasado , ni cuestiono las decisiones una vez tomadas. Siempre hago lo mejor que puedo con las circunstancias del momento. Revisitar lo hecho desde otras circunstancias distintas a las de ese momento no tiene sentido para mí.
¿Cómo te imaginas tu vida si no hubieras apostado por ser escritor?
No la imagino. Prefiero no hacerlo. Solo existe esa opción.
Y por último, lo que siempre pedimos a los entrevistados: ¿tu mejor consejo para los que empiezan a escribir, ese que es básico y sin el que, según tu opinión, no se puede ser escritor?
Olvida todo, entrega todo. Y tal vez sientas por un instante, que has tocado la magia.
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